En un par de ocasiones he tenido la oportunidad de acompañar a los alumnos de la Basque Culinary Center en su visita a Galicia y lo que me trasmitieron profesores y alumnos abría una ventana a la esperanza en las futuras generaciones: la apuesta por  el producto de calidad y de proximidad. “Este producto de temporada, la excelente calidad de la materia prima que encontramos en cada rincón de España, es de lo que tienen que tirar estos futuros cocinero para elaborar una cocina de futuro, sostenible y de calidad”, explicaba uno de los profesores que les acompañaban. “Sin olvidar que son esos mismos productos, que le suministran la materia prima, quien en muchos casos se convertirán en sus mejores clientes”, apostillaba otro.

Quizá mucho del interés y de las buenas intenciones de estos chicos, futuros profesionales de la restauración, se quedará por el camino del pragmatismo y las malas experiencias, pero la semilla está sembrada. Y la semilla era, cuando menos muy interesante. Alumnos y profesores tuvieron la oportunidad de entrar en contacto con la materia prima antes de su elaboración y, sobre todo, con el productor que hace posible que estos cocineros cuenten en sus mesas con mariscos, pescados, panes, quesos o vinos de excelente calidad.

Los profesores que acompañaban a este inquieto y curioso grupo – compuesto por jóvenes de entre 18 a 24 años de las más diversas procedencias, de China hasta Málaga pasando por Sudamérica – destacaban el interés de este viaje iniciático en el que el alumno entra en contacto con el producto de calidad, aprende a diferenciarlo y, sobre todo, a valorarlo. A saber que es ese producto de proximidad el que tiene que usar en su cocina, a defenderlo en la mesa y a sacarle todo su jugo. Ahí se están cocinando el futuro de la profesión. Y cuánto menos podemos ver que estamos agregando buenos productos al puchero.