Un poco de slow, por favor
Hace escasos días, Hosteltur echaba la vista atrás y hacía un interesante análisis de la situación de la blogosfera en el ámbito del turismo y los viajes(“La situación real tras el boom 2.0”) en la que quedaba claro que los blogueros, lejos de morir, siguen manteniendo su poder de recomendación y decisión entre sus seguidores. Pero uno de los aspectos más interesante, en mi opinión, del texto era la llamada de atención sobre su proliferación y segmentación.
Lo mismo ocurre con los bloggers de moda, y en este sentido también leíamos esta semana una información en la que se hablaba de corrupción entre estos bloggers, que llegaban incluso a fingir que reciben regalos de las marcas para mejorar su posicionamiento entre sus colegas. Y es que muchos de ellos aspiran a convertirse en el primus inter pares.
Ante esta situación, en la que muchas veces las marcas reciben correos (a veces realmente insistentes) demandando producto por parte de los blogers, las marcas deben entonces saber diferenciar el polvo de la paja y seleccionar aquellos prescriptores que mejor se adaptan a los objetivos perseguidos. Y es mucho más complejo de lo que parece sortear los grupos indivisibles y los problemas personales que puedan existir entre ellos.
Por ello es realmente refrescante ver que, ante la excesiva competividad, muchas de estas bitácoras on line han decidido tomarse las cosas con más calma y optar por el slow blogging como filosofía. Podéis ver el manifiesto original aquí y la particular aplicación en el blog Somos viajeros.
Otros como el Pingue, aunque no oficialmente adheridos a este movimiento, si han decidido echarse a un lado y analizar la realidad de la gastronomía española desde las gradas, tal y como contaba en su post “Prescriptores, no hay cama para tanta gente”. Y es que, junto con la burbuja inmobiliaria, los bancos malos y la prima de riesgo, también se habla de la burbuja gastronómica y de la necesidad de volver a la honestidad de la cocina bien resuelta, con productos de proximidad. Quién mejor lo resume, Jesús Terrés en “Deconstruyendo la burbuja (gastronómica)” .
Nadie conoce el futuro pero la crisis generalizada parece demandarnos simplicidad, honestidad y sobre todo cariño, mucho cariño, en lo que hacemos y para quién lo hacemos. Locales entrañables y comida entendible y con mucho sabor.